Jugó en cinco categorías del fútbol argentino, le hizo dos goles a River en la B Nacional y estuvo cerca de Boca: los recuerdos de Píriz Alves

0
1

Con Defensa y Justicia enfrentó a River en la B Nacional y le convirtió dos goles

La historia de Víctor Píriz Alves es la de un trotamundos del fútbol, y de la vida también. Debutó con 19 años en Primera División y no hizo inferiores porque en Artigas, Uruguay, jugó para representar a la escuela con la que fue campeón nacional. En ese club, lo descubrió un tal Rubén Paz, su compatriota que lo llevó a entrenar durante tres meses al Inter de Porto Alegre. Tuvo que dejar de estudiar a los 14 años en su su lugar de origen para ponerse a trabajar con su padre y retomó recién a los 17 cuando viajó a Brasil para probar suerte con la pelota.

“En el mismo año tuve tres oportunidades. Me fui a jugar a Baltasar Brun y de ahí me llevaron a probarme a Inter. Pero me volví a Wanderers de Montevideo porque me ofrecieron pagar un sueldo”, recuerda el ex centrodelantero sobre sus inicios en el fútbol.

En el 2002, debutó en Primera defendiendo los colores de Tacuarembó de su país natal. En un partido contra Talleres, el entrenador Omar Pastoriza lo vio para llevárselo a Córdoba a disputar la temporada 2003/04. “Pastoriza fue a mirar a un jugador de Nacional. Ese día, jugamos en el estadio Centenario contra El Bolso. Jugué muy bien, hice dos goles y en el vestuario visitante me compraron”, revela el uruguayo.

Tras un muy buen paso por Talleres, recaló en Argentinos Juniors comandado por Sergio Batista en 2004. Luego, fue transferido al Banfield de Julio Falcioni en 2005 para disputar la Copa Libertadores y marcó ante Caracas el primer gol en la historia del club en la competencia. Después, estuvo en Arsenal de Sarandí entre 2005 y 2006, y regresó a La T para la temporada 2006/7.

Tuvo un muy buen paso por Talleres, donde hizo muchos goles

“En mi mejor momento en Talleres, cuando fui goleador con Aldo Osorio, tuve la oportunidad de ir a Boca. Tuvo charlas mi representante con el ex presidente Mauricio Macri, pero terminé yendo a Turquía. Al final, el pase allá se cayó por un tema de representación”, cuenta el charrúa.

En 2007 tuvo su segunda experiencia en el exterior. Recaló en México, donde jugó en tres equipos: San Luis, Necaxa y Tijuana. En 2010, estuvo en Universitario de Perú, previamente a volver al fútbol argentino para ponerse las casacas de Defensa y Justicia, en la misma temporada en la que River jugó en la B Nacional.

“Fue un torneo muy especial. Todas las miradas estaban puestas en los partidos que jugaba River. Por el entorno, por lo que significaba su paso por esa categoría. Desde el día uno, se sabía que era el equipo que aspiraba a ascender, a ganar el campeonato. Uno salía a ganarle al campeón, a un equipo que tenía una jerarquía tremenda. Sabíamos que todos estaban mirando. Los de River, pero también los otros”, remarca el ex delantero que le convirtió dos goles al Millonario en el empate 2-2 en el Nuevo Gasómetro.

Después del Halcón, Píriz Alves anduvo por Independiente de Rivadavia, Atlético Tucumán, Guillermo Brown, Barracas Central y se retiró en el 2019 en Deportivo Armenio. “Me retiré por los dolores de tobillos. Físicamente me sentía bien, era un animal corriendo. Pero las lesiones de los tobillos, donde más sufrí porque se me hinchaban, y de mi rodilla, me retiraron del fútbol”, se sincera en diálogo con Infobae.

El delantero uruguayo jugó en cinco categorías del fútbol argentino

– ¿Qué es de tu vida hoy en día?

– Estoy en las inferiores de Tristán Suárez, dirigiendo la Reserva. La verdad que en mis últimos años ya estaba pensando y disfrutando dentro de la cancha, pero sabiendo que se acercaba el final. Me tocó el ascenso con Armenio, aunque estaba pensando ya en trabajar como entrenador de fútbol. Me tocó quedarme en Armenio y dirigí la Reserva. Hicimos un buen torneo, en donde pudimos hacer varios contratos con los chicos de ahí, que hoy la mayoría está jugando. Después, al siguiente año, dirigí el Metropolitano con Deportivo Armenio también. Luego, me fui a Uruguay y volví a Buenos Aires, con esta oportunidad de dirigir la Reserva de Tristán Suárez. Además, armé un Centro de Alto Rendimiento que es una filial de Talleres en San Justo, donde promocionamos a los chicos y le damos oportunidades. Le abrimos posibilidades de prepararlos y de ver las opciones hay.

– ¿Sos un busca talento en el centro de rendimiento?

– Sí, lo de la oportunidad a veces te pasa que vas un poco más al recreativo y uno que otro jugador siempre aparece. Hoy, en Tristán Suárez le puedo abrir las puertas a los chicos, los podemos ver y analizar cómo se manejan en otra competencia que es diferente comparada con la Liga de Buenos Aires y la AFA, totalmente distinta. Pero el jugador que aparece, si es inteligente y rápido de cabeza, si crece rápido y se deja ayudar y abre su mente, se llena de herramientas para su futuro. A mí me tocó ser jugador de grande. Debuté a los 19 años. A esa edad, me convertí en jugador profesional, porque no hice inferiores. Yo arranqué en el fútbol amateur y pasé directo a Primera.

– ¿Quién te descubrió?

– Yo soy de Artigas, del interior de Uruguay. Recién ahora hay un equipo profesional allí. Antes no había. Tenías que ir a Tacuarembó que eran como tres horas de ida y de vuelta. El equipo profesional que teníamos más cercano era en Montevideo, que quedaba a siete horas. A mí me descubrió Rubén Paz, que me vio jugar en mi ciudad. Somos de la misma ciudad con Carlos Bueno, Venancio Ramos, Mario Saralegui, Darwin Núñez, entre otros. Muchos jugadores buenos salieron de Artigas.

– Y Rubén Paz te dio la gran oportunidad de jugar en el Inter de Porto Alegre

– Sí, con él tuve un buen paso como amateur durante tres meses. No llegué a competir en Primera, pero sí me hizo crecer en un tema físico y mental. Me dio muchas herramientas. Sin embargo, cuando me tocó ese primer paso, no fui ni a Montevideo ni a Artigas, sino a Brasil, pegado a la frontera. En la primera semana no me dejaron ni entrenar porque estaba débil de alimentación, imagínate. Por ahí nosotros que estamos de este lado observamos ahora esos detalles. No sabemos cómo la pasa un chico fuera de la cancha, en su casa y con su familia. Son más de 20 horas afuera, donde tiene su sueño de ser futbolista. Como entrenadores, nos tenemos que preocupar por esos detalles. A mí me tocó sufrir de chico por el tema de la alimentación, pero la gente del club se preocupaba por mí, ya que vio que no estaba bien alimentado y me dieron vitaminas. Me hicieron crecer constantemente en todo y ahí me sirvió muchísimo. Entonces, terminé jugando los torneos de Artigas, que era fútbol amateur. De ahí, me dieron la oportunidad para ir a Montevideo Wanderers, donde fuimos tres jugadores a hacer una prueba y solamente quedé yo. Pero como estábamos lejos y supuestamente me iba a arreglar un representante de la casa, no tenía plata para pagar el boleto y no podía ir. Entonces, agarré la siguiente oportunidad que tuve para volver a Artigas, y se enteró Tacuarembó que andaba por ahí y arranqué. En seis meses, me habían vendido a Talleres de Córdoba. Por eso siempre digo que nunca se sabe, que hay uno que podría estar mirándote.

Píriz Alves actualmente trabaja en Tristán Suárez

– ¿Cómo fue que Omar Pastoriza te llevó a Talleres?

– Fue a mirar a un futbolista de Nacional y ese día jugamos en el estadio Centenario contra El Bolso. Jugué muy bien, hice dos goles y me compraron en el vestuario visitante. Me compró un agente junto a Pastoriza. Y al otro día, viajé a Córdoba para sumarme a Talleres. Recuerdo que Omar le preguntó al utilero “¿quién es ese jugador?”. El utilero le respondió: “Ah, este vino de Artigas hace poco. Llegó y tuvo una oportunidad”. Entonces, vine a la Argentina, donde hice casi toda mi carrera. Primero en Talleres, luego en Banfield, Argentinos Juniors, Defensa y Justicia, Independiente Rivadavia, Barracas Central y Atlético Tucumán, entre otros. También, tuve la oportunidad de ir a México, pero acá arrancó todo.

– Y disputaste la Libertadores con Banfield de la mano de Falcioni. Contame esa experiencia

– Sí, me ayudó bastante. Había un buen plantel. Estaban Guillermo Sanguinetti, Antonio Barijho, Jesús Dátolo, Darío Cvitanich, un montón de jugadores estaban ahí. En la Libertadores 2005 quedamos afuera con River, perdimos 3-2 en el Monumental. Fue un partidazo. Hace poco cuando estuve ahí en Banfield, fui a saludar a Julio. Nuestra carrera por ahí nos exige rendimientos, pero siempre la relación es lo que más nos deja en cada paso por los clubes. Lo más importante es que las puertas sigan abiertas. Siempre a los chicos le aconsejo que seguimos siendo personas y que por ahí tenemos que aprovechar los buenos momentos. Pero que ante todo debemos ser buena gente y manejar esos detalles que son los que te hacen crecer.

– Casi toda tu trayectoria se vincula al fútbol amateur. ¿Cómo te adaptaste al profesionalismo rápidamente?

– Sí. Igual tenía por ahí la mente ya puesta en lo que quería ser. Tenía esa mentalidad de ir a paso firme. Tuve la oportunidad de irme a Peñarol de Uruguay, cuando era más joven, pero no quise. Tenía mucha personalidad, ya que quería ir a jugar en el equipo de Artigas, donde me daban plata y quería ganar. Les decía a mis padres que fueron a verme representantes de Peñarol y que me querían llevar. Pero les aclaraba que, si tengo que ser jugador, lo voy a ser ahora o más adelante, cuando sea. No quería apurarme, porque tenía las cosas claras. Me llegué a pelear con mis papás por tomar esa decisión. Porque ellos fueron a hacer ese negocio de la transferencia con Peñarol, pero yo no quería ir. Ya habían hablado con un escribano para firmar la transacción. Cuando me tocó tomar esa decisión, le dije que no quería ir. Me tenían que entender y escucharme. Ahí fue cuando me ayudó mi hermano más grande que les hizo entender a mis padres que debían escucharme. Yo por ahí no tenía esas ganas todavía de ir a Peñarol. Sabía que iba a ser jugador de fútbol, pero no lo iba a hacer hoy, sino mañana o pasado. Eso era lo importante.

– Pasaste por Argentinos Juniors, club semillero del fútbol argentino…

– Estaba el Checho Batista y tenía un buen plantel con Leonardo Pisculichi, Lucas Biglia, Fernando Gamboa, Luis Medero. Tenía gente joven y de experiencia.

– ¿Cuál fue en el mejor momento de tu carrera?

– Tuve buenas etapas por varios lugares. También, me tocó el primer año cuando fui a Talleres con Pastoriza, junto a Jairo Castillo. Sonaba un montón y caigo yo, que no me conocía nadie, y que venía de Tacuarembó. A los tres o cuatro partidos, ya me había ganado a la gente de Talleres. Fue uno de los mejores pasos que tuve. También, en Defensa y Justicia, en la B Nacional, torneo que tenía muy buenos jugadores como David Trezeguet, Fernando Cavenaghi y Paulo Dybala. Muchos jugadores de jerarquía. También, estaba Mariano Andujar, que hizo un buen torneo. Fui uno de los animadores y goleadores del torneo de la B Nacional. Después, en San Luis de México, cuando me tocó estar allá. Hice un buen torneo cuando me fui al Necaxa con Alfredo Moreno y Jairo Patiño. En Necaxa lo tuve de compañero a Pablo Quatrocchi.

– ¿Cuándo fue que Boca y River te quisieron contratar?

Cuando estuve en Defensa y también en Talleres donde tuvo una charla mi representante con Mauricio Macri, ex presidente de Boca. No se dio porque me fui Turquía, ya que había una transacción cerrada; cosas que pasan. Pero al final, no se dio. Con la representación no me toca hablar, porque uno no sabe de esos temas. Pero cuando es un tema de negocio, solo te enterás después, cuando pasan las oportunidades. Yo me fui enterando después cuando ya había pasado todo.

El atacante jugó en México y Perú

– ¿Cómo te afectó que te quiera Boca y nos pudieras jugar ahí?

– Yo no tengo rencor de la carrera que hice. Por ahí, siempre a uno le gustaría jugar y estar en un equipo grande, como Boca o River. También, en Peñarol y Nacional, en donde tuve oportunidades de ir. Siempre me agarraron cuando tenía un contrato importante en México. Y no pude salir. Pero siempre tuve las oportunidades de ir a esos equipos. Yo nunca me arrepiento de nada. Hice una hermosa carrera y todo lo que tenía que dar, lo di. Por ahí, en un momento muy bueno vinieron las lesiones que siempre sufrí. En la segunda fecha del fútbol mexicano, con el Necaxa, me rompo el ligamento cruzado, y era el mejor momento de mi carrera. Me quería el América, porque es el mismo dueño del San Luis. Alfredo Moreno se fue al América y yo al Necaxa. Hice un muy buen torneo. Y en ese momento me lesioné. Pero bien, tranquilo, después me recuperé y me compró el Tijuana lesionado.

– Y llegaste a hacerle dos goles a River en su paso por la B Nacional

Fue en la séptima fecha que River tenía suspensión del estadio, nos tocó ir a jugar al Nuevo Gasómetro, en la cancha de San Lorenzo. Salimos 2 a 2, e hice los dos goles para Defensa y Justicia. Partidazo, lo recuerdo bien. Fue un torneo atípico con River en la B Nacional. Enfrentarlo era lo que siempre esperas para andar bien y hacer tu buen partido. Todo el mundo mira ese partido. En el primero, salimos 2 a 2 y al siguiente partido en La Plata, 3 a 3. Hermosos partidos. Jugamos bien. Ahí teníamos un buen equipo nosotros.

– ¿Por tu estilo de delantero eras más para jugar en Boca o en River?

– Mirá que yo me adapté rápido en todos los clubes donde jugué. A los equipos que iba, lo que más trataba de hacer era adaptarme a lo que era el fútbol actual. Estaba para jugar tanto en Boca como en River. Siempre lo que rescaté es el esfuerzo dentro de la cancha. Por ahí, no era un jugador brillante, pero sí muy sacrificado. Dejaba todo y era importante en las dos áreas. Cuando me tocaba ir a defender, lo hacía como si cada pelota fuera la última. Son momentos que cuando las cosas te vienen bien, te sale todo bien. Pero cuando las cosas no salen como uno quiere, como dicen todos, hay que poner el pecho a las balas; y darle para adelante. Son esos momentos. Es lo que le pasa hoy a la mayoría de los jugadores de jerarquía, que por ahí tienen sus momentos buenos y otros no tan buenos.

– ¿Cuál fue tu cuenta pendiente?

Jugar en la selección de Uruguay. En mi mejor momento, pensé que estaba para ser citado, pero también había muy buenos jugadores de nivel en esa época, como Diego Forlán y Darío Silva. Son épocas que por ahí hoy en mi posición la selección de Uruguay está sufriendo, porque no tiene un Cavani o un Suárez. No se descarta que los jugadores que están son buenos, pero la camada que se fue era muy buena. Por ahí, hoy si estuviese jugando, seguramente la oportunidad la tendría, pero bueno, son épocas que por ahí encontrás camadas diferentes. Hoy, en el fútbol uruguayo lo que más hay son volantes, un montón de volantes. Pero en mi época, había muchos delanteros y muy buenos. Estaban Forlán, Sebastián Abreu, Carlos Bueno. En ese entonces dirigía Daniel Passarella. Yo jugaba en Talleres de Córdoba junto a Osorio, que fuimos la dupla más goleadora del fútbol argentino. Él hizo 17 ó 18 goles y yo 14. Hicimos un montón de goles. Le ganamos a la dupla goleadora que jugaba en Vélez, los Zárate.

– Hasta tuviste el privilegio de cruzarte con Diego Maradona en un campo de juego. ¿Cómo fue esa experiencia?

– Sí, tuve la oportunidad de conocerlo cuando fuimos a la casa de Mauricio Chicho Serna. Él me lo presentó. También, cuando me tocó el peor momento de mi carrera, él estuvo. Porque me agarraron en Uruguay en un accidente, entonces luego lo veo en la cancha de Boca cuando vamos a jugar con Arsenal, y fue el primero que me levanta los brazos en su palco dándome el apoyo y tocándose su pecho. Para mí fue un montón especial y me dio muchas fuerzas para seguir. Me motivó que haga ese gesto en el momento que más lo necesitaba. Había tenido un accidente en Uruguay. Me tocó jugar el Nacional contra Boca. Fuimos a la Bombonera, él estaba en su palco allá y me grita “vamos, para adelante”.

Píriz Alves estuvo cerca de jugar en Boca

– Fue un accidente duro el que tuviste en Uruguay

Sí, porque me habían agarrado alcoholizado. Estaba en un momento muy difícil de mi vida. Entonces, habían vendido las imágenes en Argentina, donde yo jugaba. En ese momento, para mí fue muy complicado, pero bueno, tuve que salir y ahí fue cuando me fui afuera a jugar. Gracias a Dios no tuve mayores problemas y fue ese día nomás que me agarraron alcoholizado y me accidenté. Lo que me quedo con eso fue el gesto de cada persona. Siempre se manejó de la misma forma (Maradona). No hay palabras para describirlo. No solo como jugador, sino como persona también. Así que a mí me dejó esos buenos recuerdos. Cuando lo conocí en la casa y cuando lo conocí en la cancha.

– Contame cómo fue comer un asado con Maradona en la casa de Chicho Serna

– Yo era chico, recién venido de Uruguay. Fue toda una sorpresa. Ellos tenían su carrera. Estaba el Anguila Gutiérrez. Yo era nuevo y me llevaban ellos de acá para allá. Hacia seis meses que estaba en el fútbol argentino. Para mí, fue todo rápido. Yo trataba de absorber todo lo que eran las charlas, con gente grande de ahí. Me enseñaron un montón de cosas. Y yo lo que más hacía era eso, escuchar. Hay que escuchar más y hablar menos.

– ¿Quién te dejó el consejo que más te sirvió en tu carrera deportiva?

– Pastoriza me dejó muchos consejos, muchas cosas. Cuando estuve en Talleres, era uno de los que armaban los grupos y te dejaban las cosas claras. Te decían las cosas que iban a pasar. Recuerdo que me dijo: “Negro, cuando vos fuiste, yo fui 500 veces. Yo ya sé lo que es un jugador de fútbol. Así que manéjate igual acá”. Cuando hacíamos asados, estaba en todos los detalles. Le gustaba llevar sus vinos y compartirle una copa a cada uno. Para mí, eso no era tanto. Me decía: “Negro, toma vino. Dale. Esta noche tomate un vinito que mañana le vas a romper”. Así te trataba, como un amigo, digamos porque sabía que el jugador después cuando le tocaba responder, le respondía. La clave era defender hoy a los tuyos, que mañana te van a defender a vos.

– ¿Algún entrenador del que esperabas un poco más y te defraudó?

– Yo siempre de lo malo sacaba algo bueno, para que me sirviera el día de mañana. Cada cual, tenía lo suyo. Por ahí tuve técnicos que han llegado a clubes donde yo estaba, como Salvador Capitano en Universitario de Deportes de Perú en el 2010, que no me quiso. Cuando llegó, a los dos días pidió un delantero, sabiendo que yo estaba en el plantel. Lo que hacía yo era tratar de ser útil desde afuera o dentro de la cancha. Uno siempre trata de ser importante cuando te toca vivir estos momentos. Entonces, llega Capitano y los jugadores le preguntaron “¿por qué Víctor no estaba citado en la primera citación?”. En la semana, llegó Darío Gigena. Los chicos, los compañeros le preguntaron por qué yo no estaba. Le respondió: “Porque tenía problemas con los dirigentes”. Entonces, fuimos con otro jugador que era capitán y le preguntamos a los dirigentes qué pasaba conmigo. Nos respondieron: “No, no pasa nada”. Y al siguiente día, cuando el entrenador volvió a dar la citación, todos los jugadores se bajaron. Empezaron a decir “yo no viajo, yo no viajo”. Y ahí me sentí importante para el grupo. Ahí me tuvo que llevar. Igualmente, no jugué, pero fui importante para el grupo. Nosotros ya estábamos armados. Veníamos de jugar Libertadores y de competir varias copas. Y al cuarto partido se tuvo que ir. No por los resultados, sino porque el grupo se hizo importante.

– Llegó el retiro a los 41 años. ¿Te costó, cómo lo asimilaste?

– Había jugado en el Federal A y en la B Metropolitana. Había estado en Defensa y Justicia en la B Nacional, entonces me faltaba pasar por la categoría C. Jugué en Deportivo Armenio que me llamó para jugar ahí. Ascendimos a la B Metropolitana en el 2019 y me retiré. A algunos le cuesta, a otros no tanto. Durante mi carrera, nunca paré. Siempre traté de estar dentro de una cancha, pero en mi tiempo yo jugaba la Copa Libertadores y quería estar, jugaba el campeonato local y quería estar. No me gustaba bajarme porque había más jugadores en el plantel y podrías perder la titularidad.

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here