Jugó en Boca, fue compañero de Maradona, pasó por Europa y hoy es chofer: “Haber sido futbolista es mi mejor carta de presentación”

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Zapatilla jugador, junto al Beto Márcico; y Zapatilla hoy, chofer de aplicación

-Disculpe, ¿usted es Zapatilla Sánchez?

La escena, como un paso de comedia efectivo, se repite cada vez que a su auto se sube un pasajero o pasajera futbolera y memoriosa, con vínculo con Boca, Defensa y Justicia, Ferro o Banfield. Ahí, aquel delantero veloz y potente, que supo jugar en Alemania y Bélgica en su tránsito por Europa, exhibe su mejor sonrisa, como ante los fotógrafos de antaño para el flash de la formación. Y se sumerge en los recuerdos mientras maneja como chofer de aplicación.

Me pasa bastante. Por ahí sube uno y me dice: ‘¿Vos sos Zapatilla?’. Y empezamos a hablar. Es mi mejor carta de presentación, me ayuda. Cuando me conocen, les da confianza que haya sido futbolista y después ya se hacen clientes habituales. Y ya me pongo a disposición para hacer viajes más largos. Voy a la Costa Atlántica, al Interior, a Paraguay…”, se explaya Zapatilla, uno de esos apodos que desbancan al nombre de pila (Sergio) y quedan tatuados en la memoria de los fanáticos.

La historia de Sánchez no es la de un ex futbolista que no encontró la forma de seguir vinculado a la pelota. De hecho, lo estuvo durante una década, como parte de la estructura de Inferiores e Infantiles del Halcón de Varela, el patio de su casa. Pero se dio cuenta de que en esta etapa de su vida la prioridad pasa por recuperar el tiempo que las gambetas le quitaron. O, al menos, le retacearon.

“Cuando jugué perdí muchas vivencias. Casamientos, cumpleaños, reuniones… Hoy prefiero dedicarle este tiempo a la familia, a los amigos… Vivo con mi viejo. Él está en la casa de adelante y yo atrás, en la misma casa que me construí a los 18 años. Me gusta manejar, hacer viajes largos. Cuando me llevan a Paraguay, de paso visito a gente conocida, por ahí me quedo una semana y me traigo cosas para vender, como celulares. Trabajo de lunes a viernes: sábado y domingo son para mí”, semblantea su actualidad.

Más allá de que hoy sea más un hobby que una ocupación, el fútbol, quedó claro, sobrevuela, omnipresente. El quincho, en donde organiza los asados para los amigos, “es una especie de museo donde tengo mis camisetas y las que cambié”. Aunque hay una que no aparece exhibida, que guarda en un lugar secreto: la de Boca de Maradona, que rescató durante la única semana en la que fueron compañeros.

El Xeneize fue la semilla de todo. “Yo estaba en la Sexta de Defensa. Vino un representante y me dijo que existía la chance de hacer una prueba en Boca. La 73 categoría de Boca era un equipazo, así que pensé que era mentira. Pero fui y me evaluaron durante una semana. En la última práctica, el técnico Ernesto Grillo me dijo que, si jugaba bien contra los titulares, me quedaba. Hice dos goles y quedé”, narra.

En ese camino hacia la élite nació el apodo que lo acompaña hasta hoy, gracias a una ocurrencia para superar un obstáculo. “Fuimos a jugar un torneo Sub 19 a Brasil, a la cancha del Palmeiras. Y ellos tenían el pasto bien alto, para que la pelota no corriera rápido. Nosotros no estábamos acostumbrados, usábamos botines con tapones y vivíamos acalambrados. Hasta que me aburrí y contra la Universidad Católica salí a jugar con zapatillas. Hice dos goles. Y desde ese día pasé a ser Zapatilla para todos”, relata.

Zapatilla en Ferro (último de los agachados) en 1995. En la formación aparecen Néstor Lorenzo (hoy DT de Colombia), Aldo Paredes, Diego Cocca, Jorge Cordon y Raúl Cristian Chaparro, campeón del mundo con la Selección Sub 20 en 1995

Sergio Sánchez vivió un sueño. Día a día se entrenaba con figuras de la talla del Alberto José Márcico o Manteca Martínez. “Eran todos muy buenos con los jóvenes. Nos hablaban y aconsejaban. Nos preguntaban si teníamos novia, dónde y con quiénes vivíamos, si nos cuidábamos… El Beto era un crack, como Riquelme. Y estaban Giunta, Alejandro Mancuso…”, evoca.

El encargado de darle el empujón hacia Primera fue ni más ni menos que César Luis Menotti. Debutó con la casaca auriazul el 24 de julio de 1994, curiosamente ante Ferro, el club en el que posteriormente ganó continuidad. Su primer duelo como titular se dio el 21 de agosto del mismo año, contra Racing, como visitante. Y causó un buen impacto.

“El Flaco, un fenómeno. Me dijo que jugara como en Reserva, sin miedo. Que encarara y que no pasara la pelota hacia atrás. Daba unas charlas increíbles. Tenía mucha paciencia y te daba seguridad y confianza. Tengo una anécdota con él. Un día se acercó y me preguntó cuánto ganaba. ’1200 dólares’, le contesté. ‘No, es poco. Yo a usted lo necesito libre de la cabeza, tranquilo’, me respondió. A los dos meses ganaba 2000. Yo no tuve que hacer nada. Fue mi papá en el fútbol”, confesó.

Navarro Montoya; Diego Soñora, Aldo Paredes, Alejandro Giuntini y Rodolfo Arruabarrena; Alejandro Farías, Raúl Peralta, Márcico; Carranza, Sergio Sánchez y el Polilla Da Silva fueron los titulares aquella jornada en Avellaneda. Un desborde de Zapatilla terminó en el último tanto de Márcico. “Ese día volaba”, deja aflorar la nostalgia.

Con la indumentaria de Defensa y Justicia: tuvo tres etapas en el club

En Boca disputó 13 partidos y anotó un gol. Al año siguiente se fue a préstamo a Ferro. “Fue lo mejor. Ahí me hice jugador profesional, por lo que aprendí, por la experiencia. Hice dos goles, metí varios desbordes y asistencias, jugué siempre de titular. Guardo los mejores recuerdos”, puntualiza. En esa etapa se probó contra Boca en un 2-2 en La Bombonera. Y una entrevista post partido generó ruido.

Zapatilla reclamó ante los micrófonos mayor espacio para los juveniles en un Xeneize que estaba acostumbrado a sacudir los mercados de pases: “Cuando dije eso, salí en todos lados. Pero lo que dije era verdad. Había chicos buenos, que por ahí se iban libres o los daban a préstamo a la B y se terminaban sintiendo fracasados. Boca es difícil. Cuando estaba yo aparecieron Thami, John Jairo Tréllez, Ivo Basay…”.

De regreso de Caballito y antes de mudarse a Banfield, su carrera le regaló otro premio. Una semana de entrenamientos con Maradona en Boca. “El técnico era el Bambino Veira. Una semana me alcanzó para pedirle la camiseta que tengo. Me quedó pendiente comer un asado con Diego. Había hablado con Lalo, su hermano, para juntarnos un día cuando dirigía a Gimnasia. Y al tiempo se nos fue”, se lamenta.

Tras un año en Defensa (tuvo tres etapas) y un paso fructífero por Deportivo Quito le llegó la oportunidad en Europa. En tiempos de scouting, agentes y big data, su desembarco en el Viejo Continente parece surgir de una película en blanco y negro.

Zapatilla, en el Dresden de Alemania

Tenía grabados mis goles en videocasete. Había un hombre de Varela que se dedicaba a casamientos y fiestas de 15 y me armó el resumen. Mi cuñado, Sergio Bustos, el ex jugador de Racing y Platense, jugó en Alemania y le habían preguntado si conocía un delantero para el Dreden, que estaba en Segunda División. Mandé el video y me citaron a una prueba. La plata era mucho más a la que ganaba acá”, subraya sobre una experiencia que recuerda con cariño.

“Fue mi mejor momento. Allá ya se entrenaba como se entrena hoy en todas partes. Todo con pelota y velocidad. Eso me hizo más rápido. Y la gambeta rioplatense ayudaba, je”, se divierte, como con la redonda. Algo similar le sucedió con su vivencia en Bélgica, con La Louviere. “También fue muy lindo. Era un equipo como Banfield”, cuenta. “Cuando fui a Alemania recién pude comprar mi casa, donde viví con mis hijos. Y con seis meses en Ecuador compré un dúplex en San Bernardo”, completa.

En 2006, los botines dejaron de ser su medio de vida. “Estaba en Almirante Brown, con Giunta como técnico. Me desgarraba mucho y me di cuenta que no daba para más. Lo mío era la velocidad y ya no estaba. Lo habré pensado un mes y dije ‘no va más’”, enumera los pasos que lo llevaron a la decisión.

Aunque pase más tiempo al volante que en el césped, el fútbol sigue siendo parte de su esencia. “Voy a jugar, por ahí me invitan del Senior. Ahora tengo seis kilitos de más, pero me mantengo bien”, avisa. Va a la cancha a ver a Defensa y a Independiente, los clubes de su corazón; también a la Selección cuando juega en el país. Y cuando escucha la pregunta señalada en el auto, a sus espaldas, vuelve a picar como en sus mejores épocas, para asistir al Beto Márcico o al Manteca Martínez en Boca; o a Chaparrito y al Bocón Torres en Ferro.

-Disculpe, ¿usted es Zapatilla Sánchez?

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