Fue campeón del mundo con Maradona, jugó en River, Racing y San Lorenzo y hoy es productor de seguros: “Nadie se salvó en mi época”

0
3

Rinaldi, en la actualidad y con la casaca de San Lorenzo

“Tengo una historia particular en el fútbol. Jugué con mi hermano, la Chancha Rinaldi, tuve a Carlos Bilardo y a César Luis Menotti como entrenadores al mismo tiempo; estuve en cuatro de los seis equipos grandes de la Argentina, y soy de los pocos jugadores que se pusieron la casaca de San Lorenzo y Huracán”. De esta manera, se presenta Osvaldo Rinaldi, ex volante central que además supo vestir los colores de Racing Club y River Plate en diez años de carrera.

A nivel clubes, el mayor de los Rinaldi corrió con la suerte de jugar en grandes equipos. Debutó en el San Lorenzo de Adolfo Pedernera en 1978, jugando junto a su hermano Jorge. Luego, fue dirigido por Bilardo en Boedo, previo a pasar a Loma Negra en 1982. Estuvo en Racing antes del descenso en 1983 para hacer feliz a su familia racinguista. Integró uno de los mejores River de la historia, bajo el mando de Héctor Rodolfo Veira, consagrándose multicampeón junto a Enzo Francescoli, el Beto Alonso, el Tolo Gallego y Oscar Ruggeri, entre otros. Jugó en Huracán en la segunda categoría del fútbol argentino antes de pasar a Desamparados de San Juan, donde sufrió una lesión en uno de sus tobillos. Pudo seguir jugando, pero llegó el momento a los 30 años de colgar los botines, recibirse de director técnico, aunque su vida dio un giro inesperado como productor de seguros, oficio que mantiene hasta el día de hoy. “Cuando dejábamos de jugar, en el fútbol no tenías el dinero que podrías tener hoy”, revela el motivo por el cual cambió de profesión.

En tan poco tiempo, Rinaldi tuvo una carrera soñada. Además de los clubes argentinos en los que jugó, también tuvo un paso muy bueno por las diferentes selecciones juveniles hasta llegar a la Mayor, aunque quedó afuera del Mundial 82. El ex mediocampista se consagró campeón del Mundo en Japón en 1979 de la mano de Menotti: allí compartió equipo con Juan Barbas, Ramón Díaz y un tal Diego Armando Maradona. Además, ganó el torneo Preolímpico Sudamericano de Colombia con el seleccionado Sub 20 dirigido por Federico Sacchi. “Jugar con Maradona era lo mismo que estar en Disney todos los días”, sentencia.

Al lado del Beto Alonso, en el River campeón, con el Bambino Veira como DT

En diálogo con Infobae, Rinaldi recuerda a Maradona como un líder por consentimiento, una persona muy inteligente, además de un compañero extraordinario y humilde. “Diego te malacostumbraba, porque vos estabas un mes concentrado, entrenando todos los días en el predio José C. Paz, y ya te parecía que lo que hacía era normal. Pero después, cuando te venía el momento de regresar a tu club, te dabas cuenta de que no era normal lo que hacía Diego. Era magia pura, era diversión, era sacrificio, porque no dejaba de sacrificarse”, recalca el ex volante central.

– ¿Qué es de su vida, Osvaldo?

– Estoy dedicado a los seguros de vida y capitalización desde hace mucho tiempo. Principalmente en Argentina, vendiendo muchas compañías. Yo soy productor de seguros y tengo una organización. También, al mismo tiempo como diversión, hice el curso de director técnico. Estoy matriculado como director técnico de fútbol. Lo hice en mi época junto al Toti Iglesias, Héctor Cúper y Eduardo Basigalup, pero me dediqué más al tema de seguros que a lo deportivo.

– ¿Le rindió más trabajar como productor de seguros que continuar como entrenador?

– Sí. Es que, en el momento que dejábamos de jugar, yo tempranamente a los 30 años, en el fútbol no se ganaba el dinero que se gana hoy. Siempre nos dicen a mí y a mi hermano Jorge que si hubiéramos nacido veinte o treinta años después, hoy seríamos millonarios y muchos otros muchachos de esa época, también. Pero todos tuvimos que reinvertir lo que habíamos ganado o tratar de dedicarnos a otra actividad.

– ¿Pero pudo hacer un buen colchón de dinero para vivir cómodamente después?

– No. Yo tuve que salir a trabajar. Nadie se salvó económicamente de mi época, aun saliendo campeón, y sucediendo cosas positivas en la vida de uno. No se puede comparar lo que ganábamos con lo que se gana hoy. Lo que se gana en la actualidad económicamente es lo que correspondería para un futbolista, por la pasión y el negocio del fútbol. Lo que sucede es que en nuestra época todavía estaba muy acotado todo lo que es la apertura del fútbol a la televisión, lo satelital y a un montón de cosas más. En ese momento, ningún partido de fútbol de la fecha se pasaba en directo y después se hacía la repetición en un resumen nocturno.

En la selección argentina, donde compartió equipo con Passarella, Fillol, Gallego y Maradona, entre otros

– Entonces, los ingresos económicos que tenía un club eran muchos menos de lo que reciben ahora, ¿no?

– Totalmente, y en todos los grandes clubes te digo. Yo tuve la suerte de jugar en San Lorenzo, en Racing, en River, en Huracán y en Loma Negra, en la época de oro de Loma Negra. Pero no es comparable con esta época ni a nivel de un Mundial, porque los premios de la FIFA del Mundial 86 con Maradona que cobraron fueron menores. Tal vez, el premio que recibió el plantel que se coronó en Qatar 22 fue quinientas veces más que en 1986.

– ¿En 1979 ganaron un buen dinero por haber sido campeones juveniles en Japón?

– No, no ganamos. Hubo una plata que era decorosa para esa época, porque era casi parecida en la despedida que hicimos el 3 de noviembre de 1979, que se hace contra el Valencia de Mario Kempes. Jugó Maradona contra Kempes, y la cancha de River se llenó. A nosotros en ese momento nos dieron parte de la recaudación y era el doble de lo que le daban a la Selección Mayor. Hicieron la excepción por lo que habíamos hecho y porque la gente llenó la cancha, pero si tengo que hablar de números de hoy, no son nada comparados con los que se manejan ahora, ¿no?

– ¿Fue su primer título el ganado en 1979?

– En Japón sí, fue el primer título. Con la Selección tuve dos títulos, el de Japón y salí campeón en el Sudamericano olímpico en Colombia de 1980, con Federico Sacchi de técnico, y clasificamos a las olimpiadas de Moscú, de la Unión Soviética. Teníamos un equipazo, con muchos jugadores del Interior, de Talleres de Córdoba. Después, cuando llegó el momento, practicamos y estuvimos concentrados para ir a los Juegos. Una semana antes, Argentina, que en ese momento estaba gobernada por los militares, se unió al boicot contra la Unión Soviética y nos quedamos sin ir. Una lástima, porque hubiéramos tenido una buena oportunidad, ya que teníamos un gran equipo.

– ¿Se le cayó el sueño de jugar unos Juegos Olímpicos, que para cualquier deportista es un sueño?

– Exactamente. En esa época, lo mayor era disputar el Preolímpico Sudamericano Sub 20, el Mundial Sub 20 y los Juegos Olímpicos. No había otro más. No había Sub-15, ni Sub 17. Entonces, de los cuatro torneos importantes, había jugado tres y me faltaba uno solo, que fueron las Olimpíadas. Así que me dio mucha lástima. Estábamos concentrados desde un mes antes de que empezaran los JJ.OO. Apenas íbamos a salir, ya teníamos fecha y todo, pero a último momento se avisó que se cortó todo.

– ¿Cómo fue jugar con Maradona en aquel Mundial juvenil en Japón 79?

– También jugué con Ramón Díaz. Jugar con Maradona era lo mismo que estar en Disney todos los días. Es decir, jugar con Diego era magia, magia pura. Era vivir en la magia. Tengo que agradecer a Dios por haber podido jugar con él. Yo jugué con grandes jugadores. En River, con Francescoli, con el Beto Alonso. En la Selección, con Ramón Díaz, con grandes jugadores. Enfrenté a Ricardo Bochini, a todos los grandes jugadores, inclusive a mi hermano Jorge, pero jugar con Diego era lo más, fue lo mejor de mi carrera. Diego te malacostumbraba, porque vos estabas un mes concentrado, entrenando todos los días en el predio de José C. Paz, y te parecía que lo que hacía era normal. Pero después, cuando te venía el momento de regresar a tu club, te dabas cuenta de que no era normal lo que hacía Diego. Era magia pura, era diversión, era sacrificio, porque no dejaba de sacrificarse. Era uno de los primeros en entrenar, en dar un ejemplo. Fue una época maravillosa la de 1979. Era nuestro gran capitán. Con nosotros, siempre se manejó espectacularmente. Ese campeonato de Japón fue maravilloso. Le ganamos a todos los equipos, hicimos un campeonato bárbaro. Realmente, es el día de hoy que yo voy a distintos lados del mundo y, cuando se llega a hablar de ese tema, la gente que vio esa época lo recuerda con cariño por el fútbol que hicimos, ¿no?

Plantel completo del Sub 20 campeón del mundo en Japón 1979: Marcelo Bachino, José Luis Lanao, Sergio García, Abelardo Carabelli, Rubén Rossi, Juan Simón, Jorge Piaggio, Rafal Seria y Juan José Meza. Agachados: Alfredo Torres, Osvaldo Escudero, Osvaldo Rinaldi, Ramón Díaz, Diego Maradona y Gabriel Calderón y Juan Barbas

– ¿Qué le dejó Menotti como entrenador?

– Imaginate que hoy Lionel Scaloni, campeón del mundo, diga “voy a agarrar el Sub 20 desde el Sudamericano, clasificarlo al Mundial y después agarrarlo”, a pesar de haber sido campeón mundial. El Flaco era una locura lo que estaba haciendo desde el punto de vista del negocio, porque estaba diciendo “voy a agarrar un juvenil Sub 20 para hacer esto y esto”. Y de golpe, él estaba arriesgando su imagen. Ya tenía un torneo como el Mundial 78 ganado y, sin embargo, se compenetró con nosotros. César hasta el último día nos dijo “fueron los jugadores que más me entendieron en lo yo quería desarrollar”. La verdad es que nosotros, ya aún de grande, seguíamos encontrándonos con César y manteníamos esos diálogos eternos de millones de cosas que nos había enseñado.

– ¿Le faltó jugar un Mundial con la Selección mayor?

– Y, bueno, cuando vinimos del Mundialito, yo estuve toda la temporada 80/81 en la lista de la Selección mayor. Pero César dijo una vez que tenía que elegir entre continuar con parte del grupo que había salido campeón del 78 o que fuera medio equipo campeón juvenil, y lo complementaba con ello. Al fin y al cabo, en toda esa idea que podía llegar a tener, decidió jugar con los que se habían consagrado en el 78, y solamente llevó a tres de nosotros: Juan Barbas, al Pelado Díaz y Diego Maradona, ¿no? Entonces, me quedé afuera por una decisión de director técnico. Estuvimos muchos de nosotros, como Rubén Rossi y otros, en la lista durante la temporada 80.

– ¿Le dolió la decisión de quedar afuera o la entendió?

– Yo siempre entiendo todo, pero también en la derrota te duele todo, digamos. Es decir, viste cuando te dicen “che, ¿entendiste que te ganaron?”. Sí, entiendo, pero no deja de ser doloroso. Y había una enseñanza inclusive de Don Adolfo Pernera que decía “había que luchar hasta lo último. Y hay que irse a dormir con la conciencia tranquila de que uno hizo lo imposible. Si después sale o no, es otra cosa. Pero uno sabe que hizo lo imposible”. Yo fui uno de los pocos jugadores que tuvo a Menotti y a Carlos Bilardo al mismo tiempo.

– ¿Cómo es eso? ¿Lo dirigieron al mismo tiempo?

– Sí. Porque en 1979, el técnico de San Lorenzo era Bilardo. Es una cosa que en esa época me volvían loco, porque me llamaban y me decían todo lo contrario al otro. Siempre cuento una anécdota. Cuando yo entrenaba con Bilardo, Carlos me daba indicaciones y me gritaba “Menotti, tirate más a la derecha”. “Menotti”, me decía, y se cagaba de risa. Y cuando estaba entrenando con Menotti, cuando iba a José C Paz, César cuando entraba al predio, me paraba antes de entrar y me decía: “Rinaldi, antes de entrar, dejé todos los alfileres afuera”. Entonces, entre ellos en esa época se reían y yo contaba la anécdota y nadie se ofendía, se lo tomaban de chiste. Pero con los dos aprendí muchísimo. Tuve la suerte de tener a los dos, es decir, a los dos campeones del mundo con Argentina. Tuve la suerte de tenerlos y haberlos aprovechado. Es más, tres meses antes del Mundial juvenil, yo era el único que conocía Japón, porque había estado ahí durante una gira con San Lorenzo, jugando un torneo muy importante contra el Tottenham de Inglaterra de Osvaldo Ardiles y Julio Villa; contra el Sevilla, contra el Dundee de Escocia, la Juventus de Italia y fuimos con San Lorenzo. Así qué a Japón fui con Bilardo primero, y tres meses después con Menotti con la Selección, así que para mí fue un honor, ¿no?

– ¿Qué momento le tocó pasar en San Lorenzo?

-Una época difícil. Pasé por el fallecimiento de un amigo, de Hugo Tomate Pena, y pasaron otras cosas. El descenso es algo doloroso desde el punto de vista sentimental/futbolístico, pero son cosas recuperables. De hecho, San Lorenzo después en menos de un año, volvió a la A e hizo todo extraordinario de la mano de mi hermano Jorge, que ya estaba desde antes y andaba muy bien. Por lo tanto, son cosas que te dan enseñanza, fuerza. Es un club que demostró todo lo que es la gente y el apoyo no era casualidad, porque aparecían en todos lados. Era tanta la gente que llevaba que los clubes le cambiaban la localía y tenían que jugar en cancha de River. Yo tuve la suerte de jugar en la temporada 78/79 en el Viejo Gasómetro, pero ya en 1980 no se podía jugar allí, así que tuve la suerte de jugar el último partido contra Boca, que empatamos sin goles con un penal malogrado por Hugo Coscia. Nosotros realmente pasamos esos momentos de una manera muy dolorosa, desde el punto de vista de lo que es la emoción del hincha y de lo que es toda la gente que rodea a San Lorenzo, que hasta el día de hoy es maravillosa.

– ¿Por qué dejó San Lorenzo para jugar en Loma Negra en dos oportunidades y en el medio pasó por Racing en 1983?

– Sí. Después de Loma Negra, estuve en Racing y luego en River, cuando salí campeón en 1985 y 1986. Digamos que a Loma Negra me voy porque San Lorenzo se había ido a la B. Yo me quería quedar en ese momento y estaba dispuesto a arreglar…

– ¿Por qué no se quedó?

-No tenía ningún problema y, es más, estaba mi hermano Jorge que era un chiquilín que estaba subiendo a Primera, pero el club me señala que el único vendible en ese momento era yo, y que conmigo podían generar un ingreso económico para armar un equipo para el campeonato de la B. Entonces, tuve muchas ofertas de distintos clubes, y de golpe apareció Loma Negra, que yo ni sabía qué era. Es más, una vez pregunté: “¿Loma qué es?, no tengo idea”.

– ¿Por qué lo eligió?

-Lo elegí primero por lo económico. Cuando me puse a negociar, me ofrecían un buen contrato, pero no el doble, sino cinco veces más que la cantidad que percibía en San Lorenzo. No son las cantidades que se manejan ahora, pero para esa época eran como cinco veces la cantidad que podía ofrecer Boca o River. Y me sorprendió. Me sorprendió, repito, porque en la época en la que yo nací, en un barrio humilde como Villa Lugano, con una familia sencilla, con todas cosas de lucha de vida y de un montón de cosas, ese contrato me daba la posibilidad de poder terminar, y hacerles la casa a mis viejos. Además, de tener un buen pasar económico. A mí me generaba una alegría y tomé la decisión de ir a Loma Negra.

Con su hermano Jorge y la casaca de San Lorenzo

– ¿Fue sencilla la adaptación en ese club?

– Al principio, me tuve que ir adaptando de a poco, pero había ya grandes jugadores que estaban desde hacía muchos años, como Mario Husillos, Félix el Pampa Orte, José el Loro Gaitán; todos grandes jugadores. Empezamos a jugar los campeonatos regionales. Aprendí mucho, me divertí y llegamos al Nacional. Realmente, fue un suceso en esa época y una experiencia bárbara. Después, cuando se desarma el plantel, queda un equipo con no tanto apoyo económico y me voy a Racing. Ahí, gracias a Dios, viví una primera rueda espectacular. Estuve en ese partido contra Boca, el 3 de agosto del 83, que es el famoso partido de la bengala.

– Sí, ese encuentro lamentable en 1983 en el que muere un hincha de Racing y el partido se juega igual…

– Es verdad. Ese día empatamos 2 a 2 e hice un gol, el otro fue de Diego Castello desde la mitad de cancha. En el medio de esa tragedia que no sabíamos realmente qué había pasado, porque insistieron en jugar el partido. Después, seguí con Racing hasta que antes del último partido de la primera rueda, me lesiono el tobillo. Trato de reaparecer al otro partido, pero, al fin y al cabo, me había roto la cápsula y ahí me volví a Loma Negra. Así que no pude terminar ese año en Racing, que fue malísimo porque se fue al descenso. Pero yo me fui mucho antes porque, con esa lesión, la gente de Loma Negra quería que me trataran los médicos que ellos manejaban.

– Luego, integró el mejor River de la historia dirigido por el Bambino Veira

– Sí, yo jugué la temporada 85-86 y salí campeón con River. Cuando no jugaba el Tolo Gallego, lo hacía yo. Después, jugué varias veces. Entraba en el segundo tiempo para acompañarlo al Tolo y ayudarlo. El Tolo Gallego fue un fenómeno, un 5 extraordinario. En ese equipo de River era facilísimo para jugar. Yo jugué varios partidos, contra San Lorenzo, de titular. ¿Sabés lo que era jugar con el Negro Enrique y con Claudio Morresi? Todos sabían jugar al fútbol, era una cosa maravillosa, con el Pipo Gorosito; tenía de marcadores de punta al Tapón Gordillo y al Negro Alejandro Montenegro. El Negro Enrique fue un jugadorazo. Ya en esa época, estaban a punto de llevarlo a la Selección. Yo decía: “¿Cómo no llevan a este jugador a la Selección?” Era una barbaridad jugar con Roque Alfaro. Se la dabas a cualquiera de ellos, sabían jugar a la pelota y atacaban. Atrás tenías al Tano Gutiérrez, a Oscar Ruggeri, a Jorge Cachito Borelli. De arqueros tenías a Nery Pumpido y a Sergio Goycochea, era una cosa de locos. El Negro Montenegro de 3, era un equipazo. Jugábamos titulares contra suplentes y los partidos terminaban 5 a 5. Eran dos equipos completos que los usabas dependiendo del momento. Le dio muchos resultados a River, que en ese campeonato se contaban todavía los dos puntos de victoria, no eran tres. Creo que sacamos como 11 puntos de ventaja. En esta época, hubieran sido 20 y pico de puntos. Realmente fue un año extraordinario, lo disfruté mucho y lo agradecí mucho porque jugué con jugadores extraordinarios.

– Estaba el Beto Alonso también, que era ídolo de River…

– Sí. Fue la última etapa del Beto Alonso, un monstruo, un monstruo. El Beto era suplente en una época en ese equipo. Y también una persona excepcional. Alonso era un ídolo de River que, al contrario, luchaba desde afuera, para que los que estaban jugando, en ningún momento se puso en estrella. Y mira que el Beto había sido Carlos Gardel.

– ¿Con tantas figuras y egos que había en el plantel de River, cómo hacia el Bambino Veira para manejar al grupo?

– El Bambino era un entrenador que nos acomodaba, que nos ordenaba. El Bambino era muy inteligente para eso. Siempre supo del manejo y la motivación. Yo creo que, en esa época, si vos estabas con el Bambino y te la creías, andabas bien. Entonces, el Bambino te venía y te decía “sos el mejor del mundo”. Luego de esa charla, salías corriendo como que eras el mejor del mundo. Yo ya lo conocía porque lo había tenido de ayudante de Carmelo Faraone en San Lorenzo, y lo tuve de técnico también en un par de partidos en San Lorenzo. Entonces, yo ya lo conocía y él me conocía a mí. También, por eso nunca tuve problemas con el Bambino. Pero sí, un técnico excepcional. En esa época, en River estaba como presidente Hugo Santilli. Un presidente que al club lo ponía siempre por delante de todo. Peleaba las cosas en la AFA y tenías cero problemas de cobros. Se dieron un montón de circunstancias que, gracias a Dios, explotaron bien y las concreciones fueron extraordinarias.

– ¿Después, terminó su carrera en Huracán? Es de los pocos que jugó en San Lorenzo y en Huracán.

– Sí, sí. La verdad que Huracán me recibió bien. Yo me reía porque, antes de empezar los partidos, la hinchada le cantaba un cantito a cada jugador que estaba por puesto. Y cuando llegaban a mí, agarraban y me decían “Cuervo hijo de puta”. No me caía mal tampoco, porque sabía que era un juego. Pero después me alentaban. Gracias a Dios, anduve bien toda la etapa que a mí me tocó. Después, me agarraban los hinchas afuera y me decían “mirá, Rinaldi, nos gusta cómo jugas. Lo que pasa es que no dejás de ser un Cuervo, hijo de puta”. Pero yo no me metía a discutir y me parecían cosas graciosas.

– ¿Cómo lo trató la gente del Globo?

– Me trató bárbaro. Y la verdad que cero problemas. En esa época se lo tomaban todo con risa. Es el día de hoy que con Claudio Morresi somos amigos. Lo he encontrado hace un mes y cuando lo encuentro es como si hubiéramos estado juntos mucho tiempo. Son gente extraordinaria, muy buena. También con Ángel Cappa. Hace un mes, mes y medio, tuve la oportunidad de hablar con Ángel, que me llevó a Huracán y con el que también aprendí mucho. Otro entrenador con la línea del Flaco Menotti es Cayetano Rodríguez, al que tuve en Loma Negra, igual que a Roberto Saporiti.

– ¿Por qué se retiró en Huracán?

– Yo me retiro realmente en Desamparados de San Juan. Porque yo de Huracán me iba a ir a un equipo de Japón, pero cuando ya tenía todo acordado, cerró el libro de pases y no tuve otra que arreglar con un equipo del Nacional B, que en ese momento era Huracán. Cuando termina mi contrato con Huracán, no tenía tiempo para arreglar con un cuadro de Primera. Tuve la oportunidad de entrenar en Boca junto a mi hermano, pero lo echan a Juan Carlos el Toto Lorenzo y no pude ir. Entonces, termino arreglando con Desamparados de San Juan para jugar el Regional y ahí decidir un poco. Como había tenido la lesión del tobillo, me había recuperado bien, pero entre los representantes discutían mucho y tiraban de que yo estaba lesionado. Al final, me fui a Desamparados de San Juan, jugué al Regional. A mí no me habían expulsado nunca, entonces me expulsan un partido y después, cuando llego acá, no me pagaban el dinero que habíamos acordado y me retiré a los 30 años. Ahí dije “me tengo que dedicar a otra cosa”. Ahí fue que hice el curso de técnico y me dediqué a otra cosa, a los seguros de vida, seguros de pensión, y fui aprendiendo mucho de esto, y empecé a dar charlas sobre lo que es la actitud y un montón de cosas que fui aprendiendo durante mi vida. Tengo una organización de seguros de vida y me mantuve en ese rubro.

– Se retiró muy joven…

-Sí. Tenía 30 años, dejé joven. Pero dije “bueno, es el momento de dejar”. Me llamaban de muchos clubes fuertes del Interior, pero me parecía que ya estaba. Que ya había dado todo. Te juro que el fútbol no me llenaba, no me hacía feliz. No solo eso, sino que tenía que ir a demostrar que mi tobillo estaba bien, por ese mal comentario que habían hecho, y la verdad es que yo estaba re bien. Por eso me cansé y, además, en el fútbol en esa época no se ganaba, como digo, lo de ahora. Entonces, bueno, tuve que dedicarme a lo que me dedico.

– ¿Sigue jugando al fútbol a su edad?

– Sí. Con dos caderas operadas, juego en el torneo de GEBA con varios amigos. Juego un picado. Cuando nos juntemos con los que ganamos el Mundial juvenil de Japón, vamos a jugar un torneo de country de Boca Ratón, que siempre nos invita a jugar y a comer un asado. Es decir, yo todavía sigo jugando y en ese momento me decían que no iba a poder jugar. Bueno, acá estoy.

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here