5 historias mínimas de Messi en sus primeros tiempos en la Selección: de la deuda que nunca cobró a un cumpleaños accidentado

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Este jueves, 85.018 fanáticos se bañarán en nostalgia durante el posible último partido oficial de Lionel Messi en el país con la camiseta de la selección argentina. Los hinchas pagaron 90.000 pesos por las populares.

El 29 de junio de 2004, apenas entre 200 y 500 personas, según las estimaciones periodísticas, se sentaron en los escalones del estadio de Argentinos Juniors para ser testigos del debut de la Pulga en un amistoso con el combinado Sub 20, ante Paraguay. Las entradas populares costaban apenas cinco pesos; las plateas, 10.

21 años pasaron de la irrupción de la vibrante promesa de la que hablaba todo Barcelona a esta probable función final en Argentina, en base a las propias declaraciones del ídolo, que advirtió que el duelo ante Venezuela va a ser una ocasión “especial”.

Aquella vez, el rosarino saltó al campo con el dorsal N° 17, anotó el 7-0 y asistió a Pablo Vitti y a Federico Almerares en otras dos conquistas. Hoy, será titular y capitán de un combinado al que llevó al título en el Mundial de Qatar, a la conquista de dos Copas América y de una Finalissima. También celebró una Copa del Mundo Sub 20 y la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008. A los 38 años, aunque él mismo se encargue de dejar señales de epílogo, el hambre no cesó. Y la cita en Estados Unidos, México y Canadá 2026 asoma como su último gran show en el escenario albiceleste.

Aquí, cinco historias mínimas de los primeros escarceos con la Selección de su país, a la que eligió con convicción y casi desesperación, aunque en España, donde ya mostraba su talento sin techo, le ofrecían el firmamento a cambio de quedarse con su habilidad.

Una voz en el teléfono… Público

Messi habla por teléfono en su etapa en el Sub 20

Después de que el video con las hazañas de Messi llegó al predio de Ezeiza, y de la decisión de armar el amistoso ante Paraguay para evitar que España acelerara en su plan de seducción, Argentina citó a Messi. Faltaba, claro, un pequeño detalle: el contacto.

El encargado del operativo fue Omar Souto, histórico gerente de Selecciones Nacionales y con mañas de sobra para llegar al objetivo. “Me fui del predio de Ezeiza a un locutorio en Monte Grande. Pedí una guía telefónica de Rosario, sólo sabíamos que era rosarino. Arranqué la página donde estaban los números de los Messi, hice una llamada cualquiera a mi casa para justificar que había entrado y volví al predio para rastrearlo. A la primera cercana que ubiqué fue a la abuela. La abuela de Lionel me pasó el contacto del tío. El tío, el del padre. Llamé al padre, me presenté y le dije que queríamos contar con su hijo, con el detalle de que le erré al nombre: siempre había escuchado que Leo es el apodo de los Leonardo”, se divirtió con el blooper en el libro “Messi, el genio completo”, de Ariel Senosiain.

El extraño del pelo largo

Messi junto a Souto: los une una relación especial

En diálogo con Infobae, Souto supo contar ese primer contacto con el césped del predio que hoy lleva su nombre… Y con las reglas que hasta hoy, con Pablo Aimar, Diego Placente y Bernardo Romeo, entre otros, se mantienen como mandamientos. “¿Cómo no me voy a acordar de ese primer día? Llegó acompañado por el padre y el representante. Salió el preparador físico, que era (Gerardo) Salorio y le dijo: ‘Si no te cortás el pelo, no podés jugar’. Decí que no le hizo caso, ja. Tenía unas ganas de jugar para Argentina…“, narró.

Una deuda de más de dos décadas

Messi, por entonces un chiquito desconocido pero promisorio, ya había sellado su vínculo con la camiseta albiceleste en el recordado amistoso ante Paraguay inventado para blindarlo. Unos días más tarde, llegó el segundo duelo de esa mini gira del juvenil ante Uruguay en Colonia.

La AFA le daba un viático de 50 dólares a los jóvenes jugadores por los partidos en el exterior y Pablo Alvarado, por entonces un juvenil de San Lorenzo, debió dividir ese ingreso con Messi. “Esa vez no tenían cambio y a mí me dieron 100 para que le diera 50 a Leo. Le dije que apenas consiguiera, se los daría. Él ni se preocupó: ‘Tranquilo, tranquilo’. Nunca conseguí cambio: le debo 50 dólares a Messi”, relató el ex defensor en el citado libro de Senosiain.

“Esa vez me acerqué a él y le dije: ‘No tengo 50 para darte, ¿vos tenés?’. ‘No, no, tranquilo, después me los das’, me respondió. Pasó el tiempo y no lo volví a ver. Así de simple. Es mi anécdota con Messi, porque después no tuve la suerte de jugar más con él, por lo menos me quedó esa anécdota”, confirmó el defensor en diálogo con Infobae.

“Tengo 100 dólares. Si él tiene cambio, yo se los devuelvo. Hay que ver si hoy me acepta pesos, a cuánto me los toma… Esos primeros partidos los jugó gratis, por amor a la camiseta, como lo hace ahora”, completó Apu, hoy entrenador, en diálogo con TyC Sports.

Un cumpleaños demasiado agitado

La Pulga, con Cachete Oberman (REUTERS/Enrique Marcarian EM/KS)

Su primer festejo de cumpleaños rodeado de futbolistas de Argentina ocurrió en 2005, en ocasión del Mundial que ganó el elenco dirigido por Francisco Ferraro y que representó una plataforma de despegue para el Pulga, goleador del certamen con seis tantos y elegido mejor jugador, a pesar de haber iniciado como suplente en el tropiezo (0-1) en el debut ante Estados Unidos.

Aquella noche, todo sucedió como era costumbre en la era Pekerman, que ya estaba a cargo del combinado mayor. La filosofía que José y su equipo de trabajo habían transmitido en las juveniles se trasladaba a todos los detalles, incluso a las celebraciones de cumpleaños. “Había siete ministerios conformados por los mismos chicos que se encargaban de distintas cosas. Y entre ellos había una comisión que se encargaba de recaudar dinero, otra de conseguir el regalo y otra de la torta”, detalló Gerardo Salorio, histórico preparador físico de aquella etapa dorada.

El “que los cumplas feliz” sonó fuerte en el comedor del hotel, y el rosarino sonrió, tímido, ante el homenaje de Oscar Ustari, Nereo Champagne, Gabriel Paletta, Pablo Zabaleta, Lucas Biglia, Pablo Vitti, Fernando Gago, Sergio Agüero y Neri Cardozo, entre otras promesas que conformaban el grupo, que 24 horas después debía medirse ante España por los cuartos de final del torneo.

Salorio brindó una charla motivacional allí mismo, después de que Leo soplara la velita y recibiera la felicitación de los presentes. “Recuerdo que fue excelente, y los chicos mientras cantaban fueron subiendo a un ascensor muy grande que tenía el hotel para ir a las habitaciones. ‘Se mueve para acá, se mueve para allá’, cantaban”, evocó en diálogo con Infobae, antes de llegar al momento inesperadamente álgido de una escena inocente, con el fervor como protagonista.

“En el medio de los saltos, Garay le pegó de atrás a Messi y se corrió. Y atrás de Leo quedó (Gustavo) Oberman. Fue la única vez que vi a Messi muy enojado. Se dio vuelta y le pegó al que tenía ahí, a Oberman”, continuó. “Cuando vi lo que pasó, los mandé a dormir. Pero no me cerraba que Oberman le hubiera pegado a Leo, se llevaban muy bien. Así que fui habitación por habitación para ver si alguien me contaba bien qué había pasado. Y ahí uno de los chicos me confirmó que había sido Garay”, amplió.

Claro que la agenda exigía cerrar la grieta con tamaño desafío en el horizonte. “El ex árbitro Ángel Coerezza me había regalado un libro que hablaba de la adolescencia. Entonces lo bajé al momento de la activación que hicimos horas antes del partido. Los junté a los dos y les hice jurar arriba del libro que no iban a hacer estupideces”, sacó a la luz su solución salomónica.

“El enojo nos duró hasta el partido siguiente. Yo ingresé en el segundo tiempo y, cuando íbamos a sacar del medio, nos miramos y nos reímos. Ahí se acabó todo”, supo contar Oberman, quien había comenzado la competencia como titular, precisamente, ocupando la plaza del ídolo que asomaba en el Barcelona.

El primer asistidor al que nunca volvió a ver

Iban 35 minutos del segundo tiempo en aquel duelo bautismal ante Paraguay cuando Pedro Joaquín Galván, casi en el círculo de la mitad de cancha del Bicho, profundizó entre dos rivales para Lionel Messi. La Pulga pisó el acelerador, pasó entre la marca tímida de tres adversarios, gambeteó al arquero y firmó el 7-0; su primer tanto en albiceleste.

Así, el mediocampista ofensivo, clase 85 y surgido de Gimnasia, se transformó en el primer asistidor de Messi en la Selección. Después del Lobo, Galván jugó en San Martín de San Juan, Olmedo de Ecuador y edificó una gran carrera en el fútbol de Israel, donde actuó desde 2008 hasta 2019 en seis equipos diferentes.

A los 40 años, integra la nómina de Ciudad de Bolívar, en el Torneo Federal A. “Es imposible olvidar esa asistencia. Después, nunca más me lo encontré”, supo contarle a TN el volante que ostenta 128 goles en la liga de Israel.

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